jueves, 21 de enero de 2010

Terap.t.s.

Hoy abundan l@s terapeutas, los cursillos y los talleres psicológicos, de tendencia occidental, oriental y del mundo exótico en general. Parece que hay numerosas personas con hipocondría sentimental o psicológica, que creen que les falta algo y que eso que les falta se lo van a dar estos personajes o actividades.

Muchos de estos  “terapeutas” son sacacuartos del tipo vendedores de crecepelo. La mayoría son como los alcohólicos que no salen del bar y deciden poner ellos a su vez un bar para seguir eternamente en ese circo. Pero ganando dinero, no pagando por las copas. Decididamente son gente con serios problemas mentales que se ponen a "ayudar" a personas normales a las que desgracian.

Si tu carácter es de tendencia perfeccionista, o estás pasando un mal momento de esos que todos tenemos, en cuanto te despistas y te estornuda encima un nueva era  de éstos al pasar, te coges de todo: problemas con los padres, los hijos, la pareja, los amigos, el trabajo, los vecinos, el dinero, la salud… Te ponen la lupa y toma veneno:

- Estás mal, a ti te iba a venir muy bien ir a terapia con…, asistir al taller de…, apuntarte al centro…

- Pues sí, ahora que me fijo, sí que estoy mal. ¡Tengo problemas en todo y con todo!

Date por j….. Ya te inoculó la “Hipocondria de estás lleno de problemas psicológicos”. Ya eres un nuevo cliente adepto.

Estaría bien que alguien tomara cartas en este asunto y lo mismo que el Estado vigila para que no ejerzan  la medicina personas sin formación garantizada por unos estudios académicos homologados, debería también vigilar para que esta auténtica pandemia que sufrimos con todos estos personajillos, que lo único que buscan es ganarse la vida a costa del sufrimiento ajeno, acabe ya de una vez.

Animo a denunciarlos. Lo primero, destrozan vidas y familias. Lo segundo, todo es ilegal, no tienen formación, ni código deontológico, ni colegio del cual ser expulsados. Tercero, todo es dinero negro, no pagan un duro a hacienda ni a ninguna administración pública (robándonos a todos con ello).

Una iniciativa de este tipo es la que se tomó para que el ejercicio de la homeopatía sólo fuera realizado por médicos. Ya hoy en España es ilegal abrir una consulta de homeopatía o recetar estos medicamentos si no eres médico. Lo mismo debería pasar con quienes se autodenominan "terapeutas" o una cursilada semejante: Debería estar perseguido si no se es psicólogo o psiquiatra. Y así con todo.

Denunciemos a esta nueva casta sacerdotal, uno de los signos evidentes de la decadencia de esta época  alienada.

Y si quieres una terapia que funcione para algún problema verdaderamente serio, aquí tienes una en cinco minutos. Garantizada.

sábado, 9 de enero de 2010
















Este año está nevando como pocas veces. En Oviedo no suele nevar y si nieva no cuaja.

Me gusta ver la nieve desde casa, calentita y contenta ante tanta belleza. No me gusta “ir a la nieve”. Y hace unos días he caído en la cuenta de porqué no me gusta: Es fruto de la esmerada educación que mi madre me procuró en la infancia.

Después de algunos inviernos sin ver trapear, estaba nevando por fin. Uno de mis hermanos y yo, los pequeños de la casa, empezamos a pedir a mi madre que nos llevara al Naranco, al monte que preside Oviedo. Se lo pedíamos, cómo no, como los niños saben demandar las cosas que realmente desean, como mandatos encubiertos en forma de súplicas insistentes que conviene obedecer a la primera.

A la primera no fue, pero acabó animándose la niña que seguía siendo, o eso parecía, y nos encaminamos al Naranco, por suerte muy cerca de nuestra casa. Íbamos con manoplas de lana, botas normales y creo que sin gorros, muy bien equipados para disfrutar el momento en plenitud. Llegamos al prado que más nos gustó y allí que nos metimos a correr, tirarnos bolas y revolcarnos a gusto pero, al cabo de muy poco tiempo, el dolor en las manos, los pies y las orejas era insoportable. Nos marchamos rápidamente y llegamos a casa aguantándonos las ganas de llorar de dolor. Cuando se empezaron a calentar las extremidades, la lección fue completa. Y las risas de mi madre nos transmitían que su alegría por cómo había ido todo también lo era.

Tengo pues que agradecerle a ella esa primera experiencia que me "vacunó" contra la nieve. Ahora, pasado el tiempo y vistos los frutos,  no sé si pensar que lo hizo conscientemente, dentro de un plan meticulosamente organizado, para evitar en el futuro una incómoda afición de sus hijos por un medio tan inhóspito y peligroso.

Bien mirado, es parecido a lo que hizo el padre de Paco cuando lo pilló fumando con sólo diez años. Fue con él a comprar cinco paquetes de tabaco, volvieron a casa rápidamente, se encerraron en el baño y le obligó a fumar sin parar hasta que vomitó varias veces. Cuando a Paco ya le parecía que lo siguiente que sucedería era su muerte por intoxicación, con dos paquetes y medio de tabaco entre pecho y espalda, su padre lo dejó irse para la cama. Paco, claro, no volvió a fumar.

lunes, 4 de enero de 2010

Lectores


Este cartel está colocado en la cristalera de una cafetería que está en mi hábitat. Creo que se lee, aunque es foto de móvil, pero por si acaso dice:

Todo cliente que pase más de 15 mim. (?) leyendo el periódico de la casa deberá leerlo en voz alta para los que están en lista de espera.

Desde que han colgado el cartelito, lo que pasa en este tranquilo -hasta ahora- local es que hay tortas para ver quién se hace primero con el periódico y se pasa del tiempo permitido de lectura privada. Por lo visto algunos, nunca es tarde, han descubierto el gran placer que supone tener un público que les haga caso.