martes, 29 de diciembre de 2009

Navidades



Nada, que no me libro de las fiestas.

Las mejores navidades de mi vida fueron las que viví siendo una ferviente creyente católica  (toma ya, esto sí que es contar intimidades en un blog).

Creer, tener fe, pensar y vivir que Dios se salta todas las reglas que te puedas inventar para decirte: "te amo, quiero que me quieras, viviré y moriré por ti las veces que haga falta, quiero que te fíes de mí, que no me tengas miedo y te atrevas a amarme. ¿No me ves aquí, en la forma más vulnerable que puedas imaginarte, un niño de unos segundos de vida, de unas horas de vida?"
Y ahí, en esas ternuras, ir bajando las barreras y tirando los muros que encierran el corazón...

Ésas sí que son Navidades y lo demás, lo que ahora vivo, una auténtica mierda seca en comparación. Qué se le va a hacer, al menos lo he vivido y es una pasada. Lo recomiendo a todo el mundo.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Mentiras piadosas



Hay dos mentiras piadosas muy apañadas y fáciles de usar  en las "relaciones amorosas” frustradas. Se aplican cuando no queremos dañar egos algo hinchados.

Las dos son muy populares y suelen contentar a este tipo de personas que, aunque sean muy inteligentes, pierden toda la perspicacia cuando se trata de verse a sí mismas. También las dicen los tontos, pero ya creyéndoselas.

La primera es aquella que dice: No eres tú, soy yo.  Se la da un miembro de la pareja al otro para librarse de él o ella lo más rápidamente posible y con el menor daño para ambos.

La segunda es una versión de la anterior, pero ésta la suelen dar los medio amigos ante el pasmo que sienten las personas que se creen especiales por no gustar a nadie como pareja: Es que los asustas.

¡Qué tiernas suenan las dos!

¿Y qué? A ver, ¿qué pasa? ¿Quién es el guapo que no ha oído alguna de estas mentiras dirigidas a su persona alguna vez?

jueves, 17 de diciembre de 2009

Inteligencia despierta


El Forges es genial.

He visto este chiste y me he acordado de Pele On, su última entrada y su sentido del humor. Un crack, sí señor.

No me he podido resistir a colgarlo.


sábado, 12 de diciembre de 2009

Miedo


El receptor del miedo se encuentra en el centro del cerebro, es la amígdala. Y nos  importa saber que la información “miedo” viaja por nuestro cuerpo dos veces más rápido que la información que se dirige  a la corteza cerebral, sede de nuestra consciencia.  Por ello, en una situación potencialmente peligrosa, cuando nos vamos a dar cuenta estamos ya cargados de miedo o de pánico;  el miedo no nos deja utilizar todas nuestras capacidades y el pánico nos paraliza. ¿Cómo enfrentarnos a estas situaciones que nos causan miedo? Previamente podemos ejercitarnos en cuatro habilidades cuya práctica llegaremos a dominar y serán de gran ayuda.

1.    Tener un objetivo claro. Mantener en nuestra mente el porqué estamos haciendo lo que estamos haciendo, tener una meta definida y aspirar sinceramente a alcanzarla.

2.    Visualizar la situación por la que vamos a pasar. Cuando nos enfrentamos a algo que previamente ya hemos visualizado, el nivel de stress desciende significativamente respecto al nivel que tenemos si es una experiencia completamente nueva.

3.    Evitar los pensamientos negativos con pensamientos positivos. Pensar no vamos a dejar de hacerlo así que… Es normal en estas situaciones de mucha exigencia que nuestra mente consciente se diga cosas como: no estoy preparada, cómo se me ocurre meterme en este lío, no puedo, es superior a mí, etc.  Pues a decirse todo lo contrario.

4.    Respirar. Alargar las espiraciones, que es lo que hace nuestro cuerpo de forma natural cuando se relaja, haciendo más profunda toda nuestra respiración.

Tengo la sospecha de que el miedo patológico es como las alergias. Un tipo de personas que son expuestas reiteradamente a situaciones objetivamente terroríficas, acaban desarrollando respuestas excesivas ante mínimos estímulos, incluso ante aquellos que no son en absoluto peligrosos. Seres humanos que son o se vuelven hipersensibles.

Esta técnica es útil para todo tipo de personas, y quien más la necesita es quien más apoyo y ánimo precisa para aplicarla.

De todas formas el ser humano ha evolucionado y ha sobrevivido hasta este momento gracias al miedo, aunque no sólo gracias a él.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Homo magicus




El documental Magos como tú nos muestra el mundo del ilusionismo a través de distintas entrevistas y números de magia de profesionales consagrados y también de nobeles.

Juan Tamariz es el más conocido y el más influyente en España de los que aparecen. Marcó y marca tendencia en los  números de magia de cerca.

Lo que me fascinó es la presencia de dos magos gallegos que utilizan esta disciplina como medio de conocimiento y autoconocimiento. No lo vi con un bloc de notas y  no recuerdo sus nombres.

Uno de ellos se pasó en torno a diez horas diarias durante aproximadamente dos años en la plaza del Obradoiro, de pie encima de una columna como estatua viviente, con toda la parafernalia. Durante este tiempo diseñaba una baraja. Ahí subido, con su disfraz, depuraba el simbolismo, el diseño, etc. de cada carta hasta que lo tenía definitivamente. La estructura en doce, la vitalidad de esta división y su operatividad fueron temas que tocó muy por encima. El género cinematográfico tampoco permite muchas profundidades.

El otro estuvo trabajando, de forma similar en horas y días, la mezcla perfecta. Se encerraba en una habitación a realizar incansablemente “mezclas perfectas”. Primero normalmente, lo cual ya es dificilísimo. Después sin luz, a oscuras. Más adelante tapando los oídos, para no guiarse por el sonido. Rizando el rizo, poniendo esparadrapo en los dedos para no sentir el tacto de las cartas... 

En fin, seres libres. Sueltan muchas perlas el tiempo que les dedican, lo digo sin doble sentido, como el kohan “la mezcla perfecta no mezcla”,  “la mezcla perfecta sale cuando sale sola”, al modo del arquero zen. O la creatividad invierte la flecha del tiempo porque trae al presente lo que está en el futuro.

Muy divertido también el encuentro de los dos personajes con un escapista y  la prueba que le ponen de sobremesa en un restaurante para ver sus cualidades como tal.  La solución, en el documental.